lunes, 17 de noviembre de 2014

Telón del tiempo

El otro día fue el aniversario de un hecho histórico, que no bodas reales o paparruchas similares: la caída del muro de Berlín.
Según lo oía en la radio recordé aquello del "telón de acero" que escuchaba de pequeña y me llenaba de inquietud porque veía eso mismo, un telón impenetrable, gris metálico casi negro, colgado en medio de esos mapas que yo coloreaba y que ahora me parece eran la imagen que tenía del mundo junto con los atlas y los cromos de Vida y Color.
También recordé esa noche de hace 25 años. Estaba con un amigo y amante, más lo segundo, crítico de arte y noctámbulo impenitente en un bar flamenco (¿Casa Patas?)  donde me presentó a Enrique Morente con el que estuvimos hablando del tema y brindamos por ese hundimiento. A mi amigo lo recuperé tiempo después viviendo él en Grazalema y ya ha muerto igual que Morente.
Hoy escucho en Radio Tres que han hecho un homenaje a Enrique Urquijo el de Los Secretos, muerto hace ya 15 años. Y no pienso en las veces que estuve con él ni lo que hicimos en los años frenéticos de la movida ni en sus canciones sino en un día de sol murciano sentada en la sala de profesores fumando un cigarrillo (¿cuánto hace de la persecución de los fumadores?) cuando leí en El País la noticia de su muerte.
Y pienso en la memoria, selectiva claro ¿pero cuál es esa selección?. Es obvio que recordamos las cosas buenas, alegres o amables con más facilidad que las que nos hicieron sufrir porque lo contrario no nos daría tregua y la vida sería realmente insoportable.
Aunque "sea de Historia" y me guste, no soy muy dada a rememorar mi historia y menos a compartir recuerdos. Cuando lo hago, contando por ejemplo a los amigos alguna anécdota de la movida, paso por encima como de puntillas, con cierta frivolidad evitando el toque abuela cebolleta.
A mi edad ya sé muy bien quién soy, qué necia si no lo supiese, y lo que he vivido hasta llegar aquí es parte de mí. Algunas veces ante el espejo veo todo eso en mis arrugas, otro derribo, y sonrío.


Ya hace seis meses que me operaron y este blog que acompañó ese proceso está llegando a su fin. Magnífico, otras cosas vendrán.


Llave inagotable del vértice

Llave del deseo

Sobra lo demás

Espejito. óleo sobre cartón, hacia 1997.


Este es el último cuadro que he pintado para la expo del Cambalache y por algo se llama Pídola





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