domingo, 6 de julio de 2014

VIAJERA INMÓVIL

Cuando era muy joven y como la mayoría buscaba respuestas fui a que me leyeran la mano. Tu viajas mucho, me dijo la señora, pero al ver mi cara y teniendo más de psicóloga que de quiromántica, matizó: viajas mucho con la imaginación. No estaba equivocada porque viajo hacia lugares inexplicables oyendo música, perdiéndome en el horizonte del mar o en un cuadro y leyendo, aunque no sean libros de viajes.


La primera vez que salí al extranjero, como se decía entonces, fue a París. Tenía 16 años, estaba terminando el bachillerato y era una pardilla como correspondía en aquella España del 72. A pesar de las muchas horas de autocar, del poco dinero, comer mal y dormir en un hotel muy cutre, lo pasé genial. Todo era nuevo y distinto, nada me parecía extraño si no excitante y hasta las obras de arte que ya conocía fueron una revelación. Además de visitar los lugares turísticos fuimos a un festival por los presos políticos españoles en un gran estadio. No sabía mucho de la política de aquella España en blanco y negro por eso todavía recuerdo mi tristeza al ver un documental, también en blanco y negro, sobre personas que por pensar libremente estaban en la cárcel en mi país. Tampoco olvido la emoción por los gritos, por el clamor reclamando libertad y contra Franco el asesino, creo que allí me hice mayor de golpe y las canciones que ya conocía y coree de Paco Ibañez o Moustaki tuvieron un nuevo significado.


En aquel primer viaje que fue iniciático y sin haber leído aún a Homero entendí que viajar no era sólo descubrir sitios y gente distinta o escaparse de lo cotidiano, era una parte muy importante del aprendizaje y disfrute de la vida, de conocerme mejor y hacerme mejor. Después entendí que la vida es un viaje difícil, emocionante y maravilloso que puede acabar cuando mejor lo estás pasando o cuando sea.


Por eso he viajado todo lo que he podido acompañada de amigos, muchas veces con mi hermana como en aquel primer viaje y también me gusta irme sola. Intento ser viajera y no turista aunque los aeropuertos y la masificación ya se encargan de ponerte en tu sitio; en Berlín al cachearme porque la pierna pita en los controles, la policía me hizo quitarme la prótesis allí mismo, no me cabreé por vergüenza si no por dignidad: I have my rights! y no sé que más puse en la reclamación, ¡qué ilusa!. A veces he tenido que hacer reposo, imprevistos previsibles, pero me lo tomo bien, es parte del viaje de mi vida y así en La Habana vi en Tele Rebelde el discurso del Comandante por la fiesta de la Revolución y los premios (una torrecita de palitos) a las Vanguardias Azucareras, toda una experiencia.



Repetir en cada beso el cálido abismo del primero para no llegar a Ítaca


Viaje interior. Colección privada V.J. acrílico 2010-14


A mi hermana que ya no está por aquí pero sigue su viaje conmigo

En el Nilo

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